A las 11 de la mañana, aunque horas antes todos estaban allí para un pase de prensa, ya no quedaba ningún grupo de artistas en el teatro. Un grupo de constructores se reunía para trabajar en el plan de la próxima semana. “Chao, Ita”, le había dicho un par de horas atrás, antes de caminar las tres cuadras que la separan de clase. Cuando sentí la explosión salí y empecé a ver cómo se derrumbaban las paredes, marcos y falsos techos.