Los sucesos de la Semana Trágica comportaron un viraje radical en el seno del catalanismo, que cambió de opción política: tras la visualización de la violencia obrera, la burguesía catalanista se decantó definitivamente hacia un conservadurismo estatalista que creía podría defender sus intereses; en cambio, una parte de la clase obrera, cansada de ver cómo el gobierno central desatendía de forma sistemática sus necesidades más básicas, se decantó por un catalanismo de signo más republicano, que preconizaba un cambio de régimen, dando origen al catalanismo de izquierdas que, tras varios proyectos políticos de escasa envergadura, se aglutinaría en Esquerra Republicana de Catalunya.